El Mandamas de Bogota

En el presente relato, con una prosa sencilla y entretenida, haciendo gala de una franqueza extrema, el autor narra las vicisitudes vividas durante la operación de inteligencia, seguimiento y captura del capo Perafán. Explica los aciertos y errores cometidos durante la persecución. También refiere las rutas y modus operandi utilizados por el capo Perafán para traficar treinta toneladas de cocaína en los Estados Unidos de Norteamérica y Europa, y las trampas que realizaba para legitimar capitales a través de una intrincada red de veinticinco empresas a nivel mundial. También explica la estructura organizacional de su empresa criminal, la geografía preferida para cultivar la coca, cómo penetró a Venezuela, dónde se refugió y qué acciones realizó cuando sospechó que la captura de Luz Adriana Ruiz Buitrago, su compañera de vida, realizada por la Policía Nacional Colombiana en Medellín, pudiera poner en peligro su seguridad personal en Venezuela.


Los capos no habitan Marte, sino la tierra, conviven con los funcionarios de las altas esferas políticas, económicas, financieras y militares tanto nacionales como internacionales. Financian campañas políticas, proyectos de inversión, urbanísticos, importaciones masivas de alimentos y combustibles, proyectos deportivos y hasta se constituyen en testaferros de los gobiernos fallidos, como es el caso del ciudadano colombiano Alex Saab, capturado en Cabo Verde, y su estrecha codependencia con el dictador comunista Nicolás Maduro. El mundo ya conoce la narco-organización de estado de Nicolás Maduro denominada: El Cartel de Los soles, dirigido por el cómplice Diosdado Cabello, y el afán institucionalizado de "inundar a los Estados Unidos de cocaína para derrotar el imperio, destruyendo su economía y tejido social". Lección estratégica ésta bien aprendida del narcotraficante caribeño Fidel Castro.


¿Por dónde comenzar a buscar a los grandes capos de la droga, a fin de optimizar recursos presupuestarios, de tiempo y personal y lograr la eficiencia policial? "Por las huellas mentales económicas, sociales y políticas como expresión del poder que van dejando los grandes capos a la vista de todo el mundo, pero que la gran mayoría de personas prefiere hacerse la vista gorda, pues las grandes sumas de dinero en juego en la mayoría de las veces corrompen hasta los hombres más santos". Ésta es la conclusión a la que aspira el coronel Ibsen Bentti lleguen los lectores al finalizar la lectura del relato de la Operación de Captura del Capo Perafán.

Tambien en los círculos políticos: los financistas mayoritarios de las campañas electorales, los nuevos ricos que se acercan a los gobernantes o a los candidatos políticos con "futuro", a los militares corruptos con problemas económicos; los empresarios favorecidos o preferidos de los gobiernos para tranzar todo tipo de operaciones ilegales, como la formación y mantenimiento de grupos mercenarios o asesinos a sueldos, para citar una sola. Luego, en los bancos nacionales o internacionales a través de la firma, que evitan cambiar por cuanto es la clave para mover su imperio económico negro. Los gerentes bancarios son los primeros en enterarse quién o quiénes comienzan a alcanzar la categoría de capos o grandes gánsteres dada la súbita acumulación de capitales, que en su mayoría son injustificados. También las registradurías de bienes es un paso obligado para detectar la injerencia de los criminales. Y en el campo social, deben buscarse en los hoteles de lujo donde les encanta reunirse para mostrar su opulencia y disfrutar del éxito. La sociedad es una muy buena aliada en esta lucha siempre y cuando los policías puedan mejorar la imagen institucional y ganarse la confianza social trabajando por el proyecto conjunto de mejorar la calidad de vida de los habitantes de las comunidades.